Me corta el viento al afilarme el sueño
y corren paralelas mis heridas
a las indicaciones de otras vidas
o esbozos del futuro que pergeño.
Leonas mercenarias, consentidas
acuden las ideas; yo, pastueño,
acepto sus mordiscos, frunzo el ceño
y les regalo mis manos de midas:
Lo que he pensado es oro, lo que toco
diávolos de diente de sonrisa,
mis ganas de contar una pasión;
lo mucho que desees siempre es poco,
los cauces son derivas de una brisa
y al cabo vivir una decisión.
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