Concreto como el sol,
intrépido y distante,
el sueño del amor se parapeta
tras el agua de vida
vertida en canjilones de deseo.
Es literal y última
la verdadera fuente del calor,
porque se está extinguiendo.
El sol muere hace tiempo,
nosotros recogemos sus desechos
en forma de caricias, lametazos,
conjuntos de explosiones, quemaduras
y regocijo de la piel al aire.
¡Qué bien me siento cuando estoy desnudo
brindando la respuesta de mi cuerpo!
El sol es compañero,
como el amor maduro.
miércoles, 23 de junio de 2010
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