Caracol ensimismado en el esfuerzo último no es práctico
llega tan tarde
por no haber considerado la oportunidad
de restringir la curiosidad
a lo cercano, a lo que no requiere
más que abrir los ojos
expandir las aletas de la nariz
tocar con los dedos, con la lengua, con los dientes
todo lo que te rodea
y disfrutar de ello.
No por lejanas otras cosas son más bellas
lo próximo suele ser accesible
―otra cosa es el reparo o el pudor―
y el bandoneón de los deseos vibra su lengüeta
para respirar haciendo tangos
alucinantemente bellos:
olorosa música de la pasión
llórame encima
y hazme bailar con pasos lentos y cortos
acábame por dentro como estoy por fuera.
Columpiado de inseguridades
el atardecer caluroso esgrime rugidos de tormenta
eléctrica
ya podría traer agua
sólo gritos y puñetazos de luz
golpes pecho a pecho
bravuconadas adolescentes de finura.
Cae la calima encima del agotamiento del día
la sociedad se excita
igual que las abejas
la danza del camelo alcanza a todos
libaremos porque sí
llenaremos la celdilla
obedientes a la reina
nos creeremos superiores a los zánganos
haremos cera y miel
y moriremos viejos y agotados
¿Vale la pena?
Yo digo que no.
El alma es más grande que el cuerpo
y pide calma.
Increíble desierto
llaga mi corazón
estoy atento a Tu mirada
porque quiero que me mires
verte los ojos y la cara a todas horas
y que me des muchos besos.
Estoy tocón y me gusta sonreír
porque sí.
Es placentero sentir el dolor del corazón
cuando le llega la sangre
para pedir un puente de finura.
Intenso Tu amor
inunda las arenas y los pedregales.
Ya no hay desierto.
Mi corazón se inunda y se vacía
músculo inteligente
sin terminales nerviosas
para solicitarte a todas horas.
¡Quédate por favor Amor y bésame!
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