Leemos para conversar con las palabras, acompañarnos con sus sonidos, en silencio arrastrar ideas y besos ajenos y nuestros a la vez.
Leemos para reinventar conversaciones, para sentir que no estamos solos. Leemos porque nos gusta paladear las historias, acariciar los conceptos, discutir con los autores, conocer puntos de vista diversos y desgranar ocasiones de disputa. Leemos con ansia y con devoción, con caricias sobre las páginas; leemos para abrir los libros y encontrarnos con el ritmo de las puntuaciones que otros han querido dar a lo que nosotros pensamos. Leemos para vivir en otros cuerpos. Leemos porque necesitamos sentir lo que otros hacen en nuestro lugar.
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