Como siempre, a Sara
Ahí queda el amor, apenas nada
que pueda compararse con el sueño
profundo y entusiasta y con empeño
por ser lo que reclama tu mirada:
Un aluvión de besos, una espada
para cortar el lujo con el ceño,
la naturalidad del aire dueño
de la elegancia misma rescatada.
Ahí la fuerza y la dulzura; verte
decirle al mundo lo que piensas mide
la precisión del tiempo al conocerte.
La misma esencia de tu olor lo pide,
que acomodar sentidos es quererte
como tu amor lo ordena y lo decide.
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